Los líderes de los países de la Unión Europea (UE) han logrado un acuerdo sobre el fondo de recuperación económica tras la pandemia en una cumbre que pasará a la Historia tanto por la duración de las negociaciones como por el contenido de lo pactado, un consenso que, en principio, satisface a todos los Estados miembros.
Tras cuatro días y cuatro noches de discusiones que comenzaron el viernes por la mañana y concluyeron en la madrugada del martes, los Veintisiete dieron luz verde a un fondo de recuperación de 750.000 millones de euros financiado con la emisión de deuda común, que incluirá 390.000 millones en ayudas directas y 360.000 millones en préstamos.
Junto al fondo, el plan acordado este martes incluye un presupuesto comunitario de 1,074 billones de euros para el periodo 2021-2027.
Macron hizo notar «el camino recorrido en dos meses» porque hace solo unos días algunos países, en alusión a los «frugales», estaban contra la idea de un endeudamiento en común y ahora lo han aceptado.Esos países -añadió- estaban también en contra del principio de las subvenciones e igualmente lo han aceptado, y en cualquier caso pretendían reducirlas a la cantidad mínima, y han dado su visto bueno para los 390.000 millones de euros.
«El acuerdo del Consejo Europeo podría haber sido mayor, más moderno, menos gravoso en la gobernanza, más potente en el Estado de Derecho, con menos descuentos. Pero este paquete era inconcebible hace solo unos meses», escribió en su perfil de Twitter la analista política del centro de estudios European Policy Centre Marta Pilati.
En ese sentido, destacó que emitir deuda común de la UE «a esa escala» y realizar transferencias transfronterizas «era impensable en el pasado».
Pese a insistir en que «se perdieron algunas oportunidades», incluido un presupuesto plurianual «más sólido y moderno», Pilati subraya que el coste de no haber logrado un acuerdo en la cumbre habría sido «grande», y habría supuesto «una señal económica y política internacional de que la UE no puede responder a desafíos comunes».
El director ejecutivo del mismo centro, Fabian Zuleeg, consideró también en Twitter, que lograr un acuerdo era «una obligación» y la Unión «ha cumplido».
«Con todas sus imperfecciones y dificultades, la integración europea es aún mayor que la suma de sus partes», constató.
Por su parte, el presidente del Instituto IFO de Múnich, Clemens Fuest, opinó en un comunicado que el pacto sobre el fondo de recuperación «sirve como expresión de confianza en los países receptores» de las ayudas, si bien indicó que la recuperación económica «solo funcionará si los países afectados acometen considerables esfuerzos de reforma».
Más crítico con el resultado, el profesor de la escuela de negocios HEC Paris Alberto Alemanno señaló en otro comunicado que el acuerdo supone el nacimiento de una Unión Europea «profundamente transformada, menos basada en principios y menos europea».
«Es más ligera en valores como el Estado de derecho, menos comprometida con la investigación, la salud y el clima, y más propensa a la deuda», aseguró.
Durante las cuatro jornadas de negociación, que han convertido a la cumbre en una de las más largas de la Historia comunitaria junto a la celebrada en Niza (Francia) en diciembre del año 2000, la mayor parte de los Estados miembros ha tenido que realizar concesiones para alcanzar la necesaria unanimidad.
Todos los líderes han celebrado lo pactado, pero las discusiones y, hasta cierto punto, el resultado, han quedado marcados por los países denominados «frugales» (Holanda, Suecia, Dinamarca y Austria), respaldados por Finlandia.
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