De no hacer cambios drásticos en la estrategia energética actual, los compromisos de México para mitigar sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 no solo se quedarán únicamente en papel como anécdota, sino que dichas emisiones se incrementarán un 23 por ciento para 2030, advierte BBVA Research.
De hecho, destaca que la reforma constitucional para reconvertir el sector eléctrico que actualmente se discute en el Congreso sería un paso en la dirección incorrecta al favorecer más a energías contaminantes como la térmica y la de gas que a limpias como la eólica y la solar.
Expone que, actualmente México no tiene establecido estrategias y acciones reales para lograr cumplir con sus objetivos de mitigación comprometidos en su «Contribución Determinada a nivel Nacional (NDC)», establecida en su Ley General de Cambio Climático, en su reforma de 2018.
En su estudio, “México/Emisiones de Gases de Efecto Invernadero y acciones de mitigación y adaptación, refiere que el gobierno mexicano continúa apostando al uso de combustibles fósiles para cubrir la demanda energética del país.
En la actualización de la NDC, detalla, se estimó que México emitió 804 millones de toneladas de bióxido de carbono equivalente (MtCO2e) de Gases de Efecto Invernadero en 2020, cerca del 1.3 por ciento de las emisiones globales, además de que este dato no considera los efectos de la pandemia por Covid-19.
Pero “de no hacer nada, en el escenario continuista, para 2030 se proyecta que las emisiones de México llegarán a 991 MtCO2e, 23 por ciento más respecto a 2020”, subraya en su estudio.
Recuerda que México estableció dos metas en el componente de mitigación en su NDC actualizada a 2020: reducir las emisiones nacionales de Gases de Efecto Invernadero en un 22 por ciento a 2030 en el caso “no condicionado” y en 36 por ciento en el caso “condicionado”.
Así como reducir las emisiones de carbono negro en un 52 por ciento a 2030 en el caso “no condicionado” y en 70 por ciento en el caso “condicionado”.
Los “no condicionados” son aquellas que pueden hacer con sus propios recursos; y los “condicionado”, depende de necesidades de financiamiento, tecnológicas o de desarrollo de capacidades; ajustes a aranceles o precios; cambios normatividades; entre otras. El escenario condicionado debe ser más ambicioso y comprender el no condicionado.
De acuerdo con el análisis, en 2020, y para los próximos 10 años, la actividad de transporte es, y continuará siendo, el sector que produce más Gases de Efecto Invernadero en México, con alrededor de una cuarta parte del total.
De hecho, expone, la industria automotriz está avanzando en esa dirección lo cual se demuestra con el hecho de que varias armadoras tienen planes para dejar de producir vehículos de combustión en los próximos 10 años.
De ahí que, “México debería, como parte de su estrategia de combate al cambio climático, adaptarse y crear los incentivos para que las armadoras produzcan vehículos eléctricos en nuestro país y para que los consumidores los adquieran”.
Entre estos incentivos, señala, deberá figurar mayor inversión en transporte público no contaminante y desincentivos para el uso del automóvil de combustión interna.
Sin embargo, agrega, actualmente se discute en el Congreso una propuesta de reforma constitucional que podría llevar a privilegiar medios de producción de electricidad más contaminantes, como las termoeléctricas, y que afectarían fuentes más limpias y sostenibles como la solar y la eólica, “lo que hace aún menos probable la consecución de la NDC de México”.