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El ‘tiktoker’ canadiense con un día de furia que desmanteló una red de ladrones de móviles

Tras robarle el ordenador y el pasaporte en un tren, Tony Aubé salió a las calles de Bruselas para encontrarlos en una operación de película

Quién. Es un experto en tecnología que sufrió un robo de camino al aeropuerto y colgó en TikTok el paso a paso de cómo logró localizar, perseguir, identificar y hacer que arrestaran a los responsables.

Qué. En Bruselas, cuyas estaciones están especialmente deterioriadas, es frecuente el robo en los trenes y, aunque cada vez más dispositivos permiten situar los aparatos, siempre en los mismos barrios, rara vez se puedan recuperar.

Tony Aubé, un simpático experto en tecnología y tiktoker canadiense, estuvo en agosto en Bélgica. Todo parecía ir bien, hasta que cometió un inmenso error: coger un tren. No es que subirse a un vagón sea un problema en sí (aunque ahora mismo la Gare du Midi de Bruselas parezca una zona de guerra y esté poniendo a pruebas las costuras políticas y sociales del país) ni tratar de llegar al aeropuerto. El error, el inmenso y común error, es dar por hecho que el transporte público rápido de la capital europea es un espacio seguro. Pasó lo que tenía que pasar: le robaron la mochila con su ordenador y documentación y se quedó tirado, enfurecido y frustrado.

Hasta aquí, poca historia. Si tuviéramos que contar en el periódico cada vez que a un turista despistado le birlan las pertenencias cada edición parecería las páginas amarillas. Lo interesante pasó a continuación, pues Aubé estaba tan cabreado, y tenía tanto tiempo libre mientras esperaba a que el lunes abriera la embajada de su país y le pudieran tramitar un nuevo pasaporte, que decidió consagrar todos sus recursos, esfuerzos y odio a pillar a los ladrones, que no contaban con su audacia.

El tiktoker, que trabaja en Silicon Valley, ha contado su epopeya -y no hay palabra más apropiada-, en sus redes sociales y se ha convertido en leyenda en Bélgica. Empezó con algo que nos ha pasado a todos o a alguien cercano: detectando perfectamente en qué parte de la ciudad están las pertenencias robadas. No nos engañemos, casi siempre es en los mismos barrios (y en especial Molenbeek), la misma gente y con total impunidad. Su mochila tenía unos localizadores, pero los ladrones se deshicieron pronto de ellos. Sin embargo, de madrugada y por sorpresa, su ordenador dio señales de vida, y Tony pudo localizarlo con bastante precisión. Esperanzado, llamó a la Policía. Pero pasó lo que nos ha pasado a todos o a alguien cercano y que tiene tres fases tan estudiadas que es sorprendente que no tenga un nombre propio.

La primera es la de la adrenalina, cuando te crees un espía y casi puedes palpar el sabor metálico en la lengua instantes antes de tirar la puerta de los delincuentes capitaneando un equipo de los GEO. La segunda es la de la desolación absoluta e impotencia, cuando los agentes, claro, le dijeron que uf. Que Monsieur oui oui, que lo entendemos perfectamente, pero que es muy difícil todo esto. Que la señal apuntaba a un barrio pero era imposible saber qué casa, piso o apartamento. Que casi mejor resignarse. La tercera es cuando lo que te pide el cuerpo es ir tú mismo, encontrar a los desgraciados y hacérselo pagar. Lo habitual es que lo pongas en WhatsApp y con amigos o familiares os vengáis arriba, os imaginéis una bravuconada, antes de aceptar que ellos son los malos, pero en realidad tú no eres un héroe. La mayoría nos paramos ahí, solos y sin pertenencias, pero Tony estaba viviendo su día de furia y era imparable.

Su vídeo explica que fue a donde indicaba el GPS y esperó horas hasta reconocer a los que pensaba que eran los perpetradores. Con imágenes y mucha gracia, recrea cómo los siguió también por toda la ciudad, hasta constatar que eran ellos, pues acudieron a una tienda de informática a vender objetos. Llamó a la Policía, que siguió poniendo excusas. Así que llevó su batalla un paso más allá, volvió al lugar inicial antes de ser detectado y esperó escondido seis horas hasta la noche, cuando regresaron. Estuvo a un paso incluso de sacar su dron para grabarlos por la ventana. Sabiendo ahora con exactitud dónde estaba su ordenador, lo intentó una vez más, y esta vez, milagro, la Policía vino y desmanteló una importante red de ladrones, con cientos de móviles, tabletas y ordenadores. Moraleja: cuidado con los trenes y con los frikis con tiempo.

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