Siempre es válido entender la estrechez de mente, pero no la estrechez de corazón. La autora de las obras que abordan la formación del joven aprendiz de mago, Harry Potter, ha retomado su marcha detractora contra la comunidad LGBT para criticar a la árbitra y entrenadora trans Lucy Clark, a quien señaló como un «hombre blanco, heterosexual y de mediana edad».
JK Rowling y los niños van de azul y las niñas de rosa
La autora británica es firme e inamovible en su noción cuando se trata de opinar sobre la sexualidad ajena y que cada uno tiene derecho a desarrollar como más lo desee. Para ella, nada de cosas raras: los niños visten de azul y las niñas de rosa y que viva el amor… el amor heterosexual.
Por ello, JK ha sido blanco de críticas en diversas ocasiones. Esta vez, Rowlin reaccionó a una de esas críticas, la cual corrió a cargo del medio inglés Daily Mail, que publicó un artículo titulado: «JK Rowling es calificada de cruel al burlarse de una entrenadora de futbol trans comparándola con un hombre blanco, heterosexual y de mediana edad».
Ni hombres mimados, ni mujeres caricaturizadas
La escritora respondió al texto publicado refrendando su rabia contra algo que su estrechez no le permite entender. De acuerdo con lo expresado, la comunidad trans se reduce a un grupo demográfico de hombres mimados que caricaturizan la feminidad.
Llamar hombre a un hombre no es bullying ni meterse con alguien más débil. Los hombres heterosexuales transformistas son actualmente uno de los grupos demográficos más mimados que existen, y las mujeres no tenemos la obligación de aplaudir a nadie que nos caricaturice
Las opiniones ante dicha reacción fueron contrastantes, demostrando la polarización que puede desatar un personaje público cuya influencia surte efecto en grandes sectores.
«Simplemente dirígete a la gente de la forma en la que ellos quieran. Es un mínimo de decoro» o «¿Cómo llegamos a un punto en el que decir la verdad se considera incorrecto?», son algunas muestras.
JK Rowling y la lógica del odio
Hace un mes, la autora británica formó parte de una polémica sobre una nueva ley escocesa que expande la penalización por incitación al odio más allá de la raza, la etnia y la nacionalidad, y añade, entre otras, el odio por cuestión de identidad transgénero.
Sobre esta legislación, Rowling consideró que sería explotada por oportunistas y podría socavar los derechos de las mujeres.